LA FRONTERA SUR:FEUDOS DE MARAS SALVATRUCHAS
La reportera chiapaneca Emma Landeros narra en exclusiva para Radar News cómo se vive en la frontera sur con la presencia de la Mara Salvatrucha, quienes han logrado tener mucha fuerza y control de esta zona del país debido a la corrupción gubernamental, así como al apoyo del narcotráfico, revelando que el gobierno local, como el federal son anulados por las redes criminales.
Por Emma Landeros
Cuando el sol se escondió, Isaac por fin decidió salir de su casa, ubicada en la colonia “Popular Independiente”. Aburrido del encierro, caminaba acompañado de dos de sus nuevos hermanos de la clica, la Mara 18 y por su prima Vanessa con rumbo al parque central en Ciudad Hidalgo, población chiapaneca que limita con Guatemala.
El muchacho contaba sus pasos, mientras, nervioso y estresado movía el cuello de lado a otro. Unos días antes, Isaac abandonó su barrio, dejó atrás a la Mara Salvatrucha 13. Una promesa, hecha apenas dos años atrás lo atormentaba: “Por mi barrio nací y por el barrió moriré“.
Las cosas habían cambiado. Ahora era un miembro más de la 18, los “Panochos”, formada por los originales salvatruchas, venidos de El Salvador, Honduras y Guatemala, muchos tras haber “tirado Mara” en Los Ángeles, pero ahora asentados y amparados en la impunidad de la frontera sur mexicana, en una banda que sí rifa, para, controla y viola.
Ya en la M-18, Isaac se sintió protegido, tanto que amenazó al “Chino”, líder de la MS-13, le advirtió que controlaría el territorio, aunque sólo lo había hecho para demostrar que era más chingón. Absorto en sus pensamientos, no sé percató que un taxi se acercaba, a gran velocidad y con luces altas.
“¡Tira la Mara!”, exclamó una voz ronca que se colaba tras un pasamontañas. Era el “Chino”, su cuerpo fornido lo delató, pero era tarde, tras él los tres acompañantes agazapados en el taxi blandieron las armas: una Ak-47, un rifle calibre 12, una pistola 9mm y un revólver 22.
Tirar Mara significa definir su posición, son señas realizadas con las manos, representando el número 13 o 18, pero nunca los dos. Isaac se despojó de su camisa dejando al descubierto sus tatuajes, hechos en sus mejores días como miembro de la MS-13. Cuatro balazos segaron su vida casi instantáneamente, en medio de los gritos de horror de su prima, quien varios segundos después recibiría también una lluvia de balazos.
Una hora después los Maras se enfrentaron a balazos con una decena de elementos del Grupo de Reacción Inmediata de la Frontera (GRIF) de la Procuraduría de Justicia del Estado y de la Policía Sectorial. Esto sucedía en la comunidad costera de “El Gancho”, ubicada en el vórtice de la frontera México-Guatemala.
Luego del enfrentamiento las autoridades policíacas lograron la detención, entre los manglares, de Daniel López de León, un salvadoreño de 18 años, cuyas declaraciones llevaron días después a la detención de Jesús Francisco Gómez López, alias El Chus, que con sólo 15 años de edad era el segundo líder que comandaba la MS-13.
El Chus es más temido que El Chino, el líder principal. Así se dice en las polvorientas calles de Ciudad Hidalgo. Pues aunque su menudo cuerpo tatuado con los distintivos de la pandilla no encaja en la fama de mero loco, es el más dispuesto a defender el barrio, y el más sanguinario.
Este menor de edad fue detenido cuando agredía con un arma blanca a otro Mara, y fue internado en el Centro de Readaptación Social de Villa Crisol, en Berriózabal, Chiapas. A su corta edad enfrentaba cargos por delitos, tales como delincuencia organizada, homicidio calificado, robo con violencia, tentativa de homicidio, aportación de arma prohibida y daños.
Algunos de sus compañeros de banda comentaban que sólo estaría “tirando tiempo”, en la cárcel, en espera de que a los dieciocho años salga, para continuar su vida loca.
La Tijuana del Sur, ciudad Mara
Ciudad Hidalgo es una población de 50 mil habitantes, que no duerme ante el incesante rugir de cientos de tráileres que cruzan diariamente de lado a lado de la frontera con Guatemala. El río Suchiate es sólo un fantasma, un inútil símbolo de algo que termina y empieza, pero en realidad todo pasa, como la impunidad, que salta de lado a lado.
La vía del ferrocarril segrega la población en dos zonas. En la norte está el territorio Mara-18, compuesto principalmente por centroamericanos que dominan áreas vitales como el parque central, el panteón y las colonias paralelas al río, el principal botín a controlar, por donde circulan desde mercancías de primera necesidad hasta armas, drogas e indocumentados.
Los panochos permanecen en el parque central de Ciudad Hidalgo. Los años les han servido para acumular experiencia, permitiéndoles establecer acuerdos para proteger otros negocios, infiltrarse con el narcotráfico, que utiliza la frontera sur como el paso de variados productos ilegales, pero también para ser implacables decididos a todo, en muchos de los casos.
La zona sur de esta comunidad está invadida por la Mara Salvatrucha 13, integrada principalmente por jóvenes originarios del lugar que se han propuesto desplazar a los extranjeros a través de una constante y cruenta guerra declarada. Ellos controlan colonias tales como: Popular Independiente, Belisario Domínguez, 26 de julio, el campo de fútbol, la secundaria y la zona de tolerancia “El Roblar”.
Cruzar a territorio enemigo es una apuesta con la muerte. Siendo hoy más peligroso que antes, por haber dejado atrás las chimbas (armas de fuego hechizas que percuten cartuchos de escopeta calibre 12), para utilizar armas largas y pistolas automáticas con las que los enfrentamientos con sus enemigos se vuelven radicalmente cruentos.
El comandante de la Policía Municipal en Suchiate, Ervin Martínez Valdez, explicó que la banda internacional Mara Salvatrucha utiliza principalmente las colonias populares para reclutar a jóvenes, mediante la inyección de la drogadicción, alcoholismo y la vagancia, que los van sumiendo en la violencia.
Martínez Valdez señala que la causa principal de los asesinatos a integrantes de la Mara son los ajustes de cuentas y las venganzas entre bandas rivales. Además, en los últimos años también se han empezado a disputar el control del tráfico de drogas y mercancías.
El funcionamiento policiaco asegura que tras la detención de líderes de la MS-13, como lo es El Chus, y la huída del Chino, se avanzó en el control de las bandas Maras Salvatruchas en Suchiate. Pues hay una relativa tranquilidad, aunque sabemos que día a día nuevos jóvenes se vuelven mareros.
UN PROBLEMA DE SEGURIDAD NACIONAL
La Procuraduría de Justicia del Estado de Chiapas reconoce la gravedad de la problemática de las Maras en la frontera México-Guatemala originada por los pandilleros excombatientes o exguerrilleros que fueron deportados de los Estados Unidos, quienes reprodujeron la organización e intentan frecuentemente su retorno a través de la frontera sur en donde han sentado sus raíces.
“Derivado de la preocupación constante de las autoridades por la influencia que han estado teniendo los jóvenes en municipios fronterizos, se ha intensificado su lucha frontal” señaló un informe elaborado por la dependencia durante el periodo 2001-2004, así fue como se iniciaron averiguaciones previas, consignadas con un centenar de miembros de la Mara Salvatrucha, quienes actualmente se encuentran recluidos en el Centro de Readaptación para Menores Infractores de Villa Crisol, donde enfrentan cargos por homicidio, asalto, lesiones y asociación delictuosa.
Los casos que consternaron a la sociedad tapachulteca fueron los homicidios ocurridos a mediados del 2004, en donde Brenda Jiménez y Estafani Morales, dos adolescentes ligadas a las bandas, fueron asesinadas en la colonia “Granjas del Paraíso” por haber cambiado de Mara, posteriormente a una de ellas la enterraron clandestinamente en un pozo artesano, a la otra pudieron rescatarla los familiares y le enterraron en un panteón, de donde días más tarde llegaron sus adversarios a desenterrar y violar, dejando el cuerpo a un lado de la tumba.
La Procuraduría subraya que la investigación, persecución y captura a los integrantes de estas bandas corresponde al ámbito de la PGJE a través de la Agencia Estatal de Investigaciones, como de la Procuraduría General de la República y la Agencia Federal de Investigaciones, dependiendo del delito que cometan y por considerarse una situación de alta seguridad debido a su mudus operándis, la penetración de la frontera sur y el grado de peligrosidad que representa para una sociedad.
No obstante, también explica que ello no suplanta la responsabilidad que tiene el Instituto Nacional de Migración y el Grupo de Protección Civil al Emigrante “Beta Sur”, pues comúnmente estas bandas se entremezclan con los emigrantes y en la primera oportunidad actúan en su agravio; merodean para sorprender víctimas, principalmente en los lugares de evasión de los controles migratorios o de paso obligado de emigrantes.
De acuerdo a un informe del Instituto Nacional de Migración, las principales ciudades en donde operan los Maras son ciudad Hidalgo, Tapachula, Huixtla, Tonalá y Arriaga, lugares de paso por donde el ferrocarril de la empresa Chiapas-Mayab realiza maniobras de carga y descarga, por lo que es común observar las pintas que realizan en las zonas que consideran su territorio.
SURGIMIENTO DE LA MARA
Las bandas surgen en los barrios de Los Ángeles, Estados Unidos, como organizaciones de autodefensa del barrio o la calle a la que pertenecen. La banda o el barrio protege a sus integrantes y al territorio que otros grupos quieren obtener para extender la supremacía y un mayor dominio.
La primera en formarse es la 18, que se identifica así por estar en esa calle del sector de Rampart en Los Ángeles. Sus integrantes todos latinos y negros, comienzan a ser lidereados por mexicanos, que representan la mayor cantidad de inmigrantes en California.
Pero luego surgen sus contrincantes o enemigos, que son los salvadoreños que forman la llamada Mara Salvatrucha y a partir de ese momento comienza a librar batallas campales en busca de dominios de territorios. En escena aparecen jóvenes con sus cuerpos enteramente tatuados, cortes de pelo punk, camisetas negras con dibujos de calaveras, saludando con signos y lenguajes corporales propios y herméticos, golpeando en la cara y escupiendo.
En la 13, como en la 18, no hay un “padrino” al estilo de la mafia, pero sí un cuerpo de “veteranos” que desde las sombras controlan a las pequeñas células formadas por chicos.
LA PALABRA MARA
Los creadores de la pandilla 13 han sido latinos que en determinado momento han sido deportados o simplemente regresan de vacaciones a sus países y es ahí donde comienza la proliferación en América Latina.
La palabra “mara” fue creada por los salvadoreños y la usan como acotación de la palabra “Marabunta”, nombre de una hormiga salvaje que habita en grandes cantidades y arrasa las junglas amazónicas como una plaga. Esta acepción de la palabra “mara” surgió con el fin de que los integrantes de esos grupos pudieran identificarse y de esa forma invadir Estados Unidos, tomando un aspecto destructivo dentro de las ciudades gigantescas como lo son las norteamericanas.
Todos ellos expresan su resentimiento, dicen haberse criado como animales y por eso no conocen el amor. Generalmente coinciden en haberse hincado en la infancia, para llenar sus vacíos y descargar sus corazones de frustraciones y ser reconocidos como “meros locos”. Su vocabulario abarca definiciones como: rifa: enfrentar; parar: proteger; controlar: ejercer el dominio de un territorio o de un grupo; violar: no es únicamente en el sentido de abusar del sexo apuesto, lo es también de violar todas las normar legales o sociales.
RITUAL DE INICIACIÓN
Para entrar y ser parte de la banda se es sometido a pruebas de valor, a las que ellos les llaman “brincar”, “cumplir para ser aceptado” y consiste entre otras cosas en “aguantar 13 segundos en el aire cuando 13 maras le hacen túnel al aspirante”, es decir, que el iniciado soporte 13 segundos de golpes sin defenderse.
En ocasiones comprende otras pruebas: darse un tiro en las piernas, pelear con el líder de la banda, “hacer el paro a una hembra”, que significa acostarse con una mujer miembro de la pandilla, cortarse la venas, acostarse sobre un free way (carretera) durante 13 segundos y ejecutar a un contrario de La 18.
Una vez brincado, es decir, que ha demostrado su valor y querer ser parte de la Mara Salvatrucha, al aspirante se le permite usar los tatuajes que lo identificaran como un miembro más de la familia. Al recién iniciado le desgarran en hilachos el pantalón, entonces se le da escuela, que significa aprende a hablar, comportarse, actuar, pedir perdón a su madre por el dolor que pueden llegarle a causar (perdóname madre mía por mi vida loca) y sobre todo agredir y defenderse.
TUMOR QUE SE DEBE EXTIRPAR
El asesinato de varios jóvenes en los últimos dos años ha dejado al descubierto la gravedad del fenómeno de los Maras. En Tapachula se implementaron varias acciones para proteger a la juventud de caer en esas agrupaciones delincuenciales, sin embargo, el proceso sistemático sigue avanzando en otras partes como un monstruo de mil cabezas.
Estos grupos de pandilleros son como un cáncer que exige una cirugía de la sociedad. Pero más importante es aún que en el seno de la familia se tomen las previsiones necesarias para evitar una desintegración, que orille a muchos jóvenes a encontrar cobijo en las bandas que les ofrecen una falsa razón para vivir.
En los años 2005 a 2007 se implementaron acciones para contrarrestar la presencia de los delincuentes. La Procuraduría en coordinación con policías municipales realizó operativos denominados “Base de Operaciones Urbanas”, en colonias identificadas como focos rojos en las que operan estas bandas, pero con el tiempo se dejó de prestarle la atención debida a la problemática.
Pesé a todos estos planes y operativos, se debe considerar que para poder disminuir y posteriormente desmantelar estos grupos de delincuencia es necesario que la población participe en la cultura de la prevención inculcando a sus hijos doctrinas educativas que los alejen de los vicios, además de ello exigir mayor protección de las autoridades.