Crónica de un triunfo anunciado
Por América Luna Martínez
Desde los no tan remotos tiempos de Carlos Salinas de Gortari se perfiló el juego de la política mexicana, en paralelo con el sistema bipartidista de los Estados Unidos. El entonces presidente de México, buscó sentar las bases para la consecución de tal agreement otorgando toda clase de privilegios y concesiones al Partido Acción Nacional.
Por su puesto que en este reacomodo de las piezas del ajedrez político no hay que olvidar la conveniente desaparición de Manuel Cloutier, quien probablemente no hubiera sido tan fácil de seducir por el priismo, como sí lo ha sido Diego Fernández de Cevallos. Al hacer un recuento del reparto de las diversas carteras políticas (diputados, senadores, presidentes municipales, gobernadores) en la década de los noventa es evidente el avance del panismo.
Pero no hay que confundir nunca el deseo con la realidad, ya que aunque marginados de este perfecto performance político, las otras fuerzas políticas, las de la llamada izquierda mexicana tuvieron un papel muy importante en la lucha por la transformación política y social de una nación terriblemente golpeada por la instauración a sangre y fuego del modelo neoliberal. Muestra contundente de lo anterior lo constituye el arribo del Partido de la Revolución Democrática al gobierno del Distrito Federal y a otros espacios de poder y el inesperado fin de fiesta del salinismo a cargo de la rebelión indígena zapatista en el sureste mexicano.
El hartazgo de una ciudadanía que ya estaba cansada de 70 años de priismo se expresó de manera contundente, volcándose en las urnas en julio de 2000, cuando una mezcla de enojo y esperanza llevaron a la presidencia de la República al primer presidente de la oposición derechista.
El PRI que había permanecido en el poder desde 1928, pasó varios años de estupor y reacomodos, teniendo la certeza de volver a la silla presidencial al precio que fuera. Si bien es cierto que varios de sus simpatizantes apoyaron con su voto al candidato del PRD y otra coalición de partidos en el 2006. Lo cierto es que varios grupos de poder que conforman el PRI han estado siempre decididos a retomar sus antiguas posiciones.
El regreso anunciado del PRI, se debió entre otras causas a: 1. La utilización de sus viejas tácticas de corrupción a los ciudadanos, haciendo costosos regalos a sus posibles votantes. Por ejemplo, sabedores del creciente desempleo, los pristas no escatimaron recursos para otorgar despensas mensuales, a lo largo de un año a personas necesitadas que así comprometerían su voto a favor del tricolor. 2. La presión a los diversos empleados de los gobiernos priistas para conseguir el voto de parientes y amigos fotocopiando las credenciales de elector. 3. Los pagos por votar al tricolor el día de la elección. 4. Se desarrollaron campañas en diversos medios de comunicación haciendo aparecer al PRI como un partido renovado.
La combinación de corromper a la ciudadanía con regalos, más una campaña intensa en los medios de comunicación ha logrado que un importante porcentaje de mexiquenses hayan otorgado su voto. Sin embargo las consecuencias de no tener una memoria política para poder entender que gran parte de la crisis actual es también responsabilidad de los integrantes del Revolucionario Institucional, habrán de manifestarse más temprano que tarde.
Por América Luna Martínez
Desde los no tan remotos tiempos de Carlos Salinas de Gortari se perfiló el juego de la política mexicana, en paralelo con el sistema bipartidista de los Estados Unidos. El entonces presidente de México, buscó sentar las bases para la consecución de tal agreement otorgando toda clase de privilegios y concesiones al Partido Acción Nacional.
Por su puesto que en este reacomodo de las piezas del ajedrez político no hay que olvidar la conveniente desaparición de Manuel Cloutier, quien probablemente no hubiera sido tan fácil de seducir por el priismo, como sí lo ha sido Diego Fernández de Cevallos. Al hacer un recuento del reparto de las diversas carteras políticas (diputados, senadores, presidentes municipales, gobernadores) en la década de los noventa es evidente el avance del panismo.
Pero no hay que confundir nunca el deseo con la realidad, ya que aunque marginados de este perfecto performance político, las otras fuerzas políticas, las de la llamada izquierda mexicana tuvieron un papel muy importante en la lucha por la transformación política y social de una nación terriblemente golpeada por la instauración a sangre y fuego del modelo neoliberal. Muestra contundente de lo anterior lo constituye el arribo del Partido de la Revolución Democrática al gobierno del Distrito Federal y a otros espacios de poder y el inesperado fin de fiesta del salinismo a cargo de la rebelión indígena zapatista en el sureste mexicano.
El hartazgo de una ciudadanía que ya estaba cansada de 70 años de priismo se expresó de manera contundente, volcándose en las urnas en julio de 2000, cuando una mezcla de enojo y esperanza llevaron a la presidencia de la República al primer presidente de la oposición derechista.
El PRI que había permanecido en el poder desde 1928, pasó varios años de estupor y reacomodos, teniendo la certeza de volver a la silla presidencial al precio que fuera. Si bien es cierto que varios de sus simpatizantes apoyaron con su voto al candidato del PRD y otra coalición de partidos en el 2006. Lo cierto es que varios grupos de poder que conforman el PRI han estado siempre decididos a retomar sus antiguas posiciones.
El regreso anunciado del PRI, se debió entre otras causas a: 1. La utilización de sus viejas tácticas de corrupción a los ciudadanos, haciendo costosos regalos a sus posibles votantes. Por ejemplo, sabedores del creciente desempleo, los pristas no escatimaron recursos para otorgar despensas mensuales, a lo largo de un año a personas necesitadas que así comprometerían su voto a favor del tricolor. 2. La presión a los diversos empleados de los gobiernos priistas para conseguir el voto de parientes y amigos fotocopiando las credenciales de elector. 3. Los pagos por votar al tricolor el día de la elección. 4. Se desarrollaron campañas en diversos medios de comunicación haciendo aparecer al PRI como un partido renovado.
La combinación de corromper a la ciudadanía con regalos, más una campaña intensa en los medios de comunicación ha logrado que un importante porcentaje de mexiquenses hayan otorgado su voto. Sin embargo las consecuencias de no tener una memoria política para poder entender que gran parte de la crisis actual es también responsabilidad de los integrantes del Revolucionario Institucional, habrán de manifestarse más temprano que tarde.
Acerca de la autora:
Doctora en Letras Modernas, académica de la Univerdidad Autónoma del Estado de Méxicode la Facultad de Humanidades
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